domingo, 21 de octubre de 2007

Descubrimiento, migración y resistencia

A primera vista

Descubrimiento, migración y resistencia*

Aida Suárez Chávez

¿Descubrimiento de América? ¿Conquista? ¿Colonización? ¿Encuentro de dos mundos, de dos culturas? ¿Día de la raza? ¿Cuál nombre es el correcto? Es la Iglesia, la Secretaría de Educación Pública, los historiadores, los políticos, el PAN, el PRI, los sexenios los que determinan el nombre a seguir para identificar el 12 de octubre de 1492?

¿Es una fiesta, una celebración, una conmemoración? ¿Cómo le podemos llamar?

Hay tantas interrogantes sobre este asunto que provocan controversia. El escritor, periodista y tenor mexicano Carlos Montemayor denomina el acto en sí como “la proeza de navegación de Cristóbal Colón”. Y considera que Colón no supo realmente lo que hizo y lo que provocó años y siglos después.

Incluso todavía está en la discusión el mismo origen de Cristóbal Colón, el día de su nacimiento y si sabía o no de navegación. Apenas hace un año fueron identificados sus restos que se encuentran en la Catedral de Sevilla, España. Pruebas de ADN así lo comprobaron.

Vuelvo a Carlos Montemayor porque considera que si acaso ha sido más acertado el concepto de “invención de América” ya que “este complejo proceso empezó a modificar el mundo a partir del reconocimiento de la entidad geográfica y política que hoy llamamos continente americano”.

Hasta el mundo se empezó a ver diferente a partir del descubrimiento territorial que se hizo. También provocó la expansión mundial de Europa y la colonización por varias potencias europeas de gran parte del continente americano y de sus pobladores.

Al considerar Carlos Montemayor lo que se vivía en los siglos XV y XVI, entre nuevos territorios que definían la geografía, señala en su artículo “¿Qué fue verdaderamente el descubrimiento de América?” :

En aquel presente complejo era necesario crear otra imagen del mundo, inventar un nuevo espacio geográfico y político que modificaría los conceptos mismos de humanidad”.

Es ahí cuando se da una visión ya no sólo del mundo, sino de un nuevo mundo.

Y lo dice el también historiador mexicano Edmundo O´Gorman al referirse que al descubrir América se abrió el panorama de toda Europa, lo definió como un “proceso de cambio político y científico”.

Así se convirtió el continente americano en un territorio explotable y apropiable.

Lo vemos a esta hora en las expresiones culturales por ejemplo en la danza de “Moros y Cristianos” que dejó de ser una manifestación española para ser asumida por los indígenas como la conquista de sus pueblos.

Se empezó a emplear el término indígena o indio precisamente en el tiempo del descubrimiento de América por parte de los europeos.

Se emplea comúnmente para designar a los individuos pertenecientes a los pueblos originarios de América.

Aun así existen cifras distintas, datos duros del porcentaje de la población indígena.

Por ejemplo, el Consejo Nacional de Población (Conapo) y el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), señala que el país posee una población indígena que corresponde aproximadamente al 6% de la población.

La Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) considera que la población indígena mexicana es de unos doce millones de personas, que corresponden aproximadamente al 13,1% de los 90 millones de mexicanos que se registraron en el I Conteo de Población (1995).

A su vez, la Agencia Estadounidense de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) estima que los amerindios corresponden al 30% de la población.

Son muy dispares las cifras: 6, 13.1 y 30 por ciento. Y otro concepto: amerindios, un término ambigüo que se le ha dado a los descendientes de cualquiera de los pueblos nativos de América, así como de los mestizos y criollos de todas estas etnias.

En México existen alrededor de 62 pueblos indios que hablan entre sesenta y dos y más de una centena de lenguas diferentes.

Y en Hidalgo los grupos indígenas de nahuas, otomíes y tepehuas buscan su supervivencia a pesar de la migración interna y externa.

Se han realizado estudios sobre la dinámica del fenómeno en algunos estados expulsores, como Hidalgo, y en la migración y asentamiento de estos grupos en diferentes destinos tanto nacionales como internacionales.

La Comisión Nacional para el desarrollo de los pueblos indígenas considera que es sorprendente la creatividad y la diversidad de miradas sobre ese problema, que no siempre es tematizado desde la etnicidad, en ocasiones el hecho de ser indígena es un dato de partida.

Sin duda, la migración de los grupos indígenas de México, de Hidalgo se ha dado por la búsqueda de oportunidades económicas y académicas, principalmente, lo que repercute en un impacto político y social. Es así como se crean nuevas formas de entender conexiones entre las naciones, ya sea económica, social o cultural. Y también surgen nuevos grupos, diríamos: fusión de culturas.

De acuerdo con el trabajo “Herencias recreadas: capital social y cultural entre hñahñu en Florida e Hidalgo” realizado por Ella Schmidt y María de los Ángeles Crummett, de la Universidad del sur de Florida, señalan que concretamente la migración de hñahñús del Valle del Mezquital empezó a mediados de los noventa y ya para el año 2000, Hidalgo se convirtió en la segunda tasa más alta de crecimiento de migración hacia Estados Unidos.

Sin embargo, no han dejado a un lado la responsabilidad familiar y comunal y un alto porcentaje de sus percepciones. Así se pueden conocer de apoyos dirigidos a la construcción de caminos rurales y de casas que, en muchos de los casos, sólo se aprecian en obra negra o a punto de terminar.

La ciudad de Clearwater, al sur de Florida, ha sido destino para el grupo indígena de Ixmiquilpan. Empezaron a emigrar a mediados de los ochentas. En el año 2000 los latinos ya representaban casi el 9 por ciento, la mayoría era procedente de Hidalgo. Representa el 15 por ciento de la población de Clearwater, es decir, alrededor de 20 mil personas.

Pero su integración, aunque no ha sido inmediata, ya figura entre las filas productivas del lugar. Han creado negocios desde pequeñas tiendas, pastelerías y hasta negocios de envíos de dinero.

Así que una de las conclusiones del trabajo de investigación realizado entre los años 2000 a 2003 es que este grupo de indígenas de Hidalgo tiene una identidad que lejos de separarlos de su lugar de origen, los arraiga más. Que no viven entre la hostilidad como ha ocurrido con otros grupos, han aprovechado su propia historia de siglos de estrategias y luchas en contra de fuerzas conquistadoras.

Y mi conclusión es que se podría decir que se encuentran entre las culturas en resistencia, como cualquier núcleo humano que sobrevive, con formas progresistas que adoptan para defenderse, no defienden el pasado estancándose sino avanzando; como los huastecos que abordan los derechos de las mujeres y el ambientalismo. Una cultura en resistencia para modernizarse y reorganizarse.

*Artículo que formó parte del Foro” Encuentro de dos culturas” organizado por la Fundación Colosio, este jueves 11 de octubre, en Pachuca, Hidalgo. Publicado en el Diario El Reloj de Hidalgo

1 comentario:

Anónimo dijo...
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